Nuestro hermano del Seminario Teológico de Dallas, Ken Horton, ha estado con nosotros este fin de semana compartiendo muchas cosas acerca de la escatología en unas estupendas clases y en un coloquio con preguntas que resultó ser muy interesante. (si quieres escuchar estas charlas entra aquí)
Pero además de eso, hemos podido disfrutar de una exposición de la palabra muy interesante acerca de «los ingredientes que tienen que estar presentes para que un ministerio sea próspero«
Dentro de las cosas que Ken compartió, tres de ellas llamaron poderosamente la atención.
El vuelo triunfante de los gansos
Una de las características del vuelo de los gansos en Norteamérica es que suelen volar en una formación delta. Esta formación permite que estas aves, en sus largas migraciones, puedan recorrer un 70% más del recorrido que harían si volaran desordenadamente. Otro factor que les caracteriza es que cada cierto tiempo, el ganso que vuela en primera línea, soportando el golpe del viento más que cualquier otro, cambia su posición con otro ganso que viene a ocupar el primer lugar. Por otro lado, mientras estas aves vuelan, todas van emitiendo un graznido muy característico, este graznido podría verse como un grito de ánimo que anima a toda la bandada. Este graznido viene liderado por el primer ganso que vuela en la formación.
No hay que devanarse mucho los sesos para conectar esta ejemplar figura que se da lugar en la naturaleza con el vivir diario de una iglesia.
- La unidad y la organización permite un alcance mayor.
- El liderazgo requiere un mayor esfuerzo y necesita un relevo.
- El impulso anímico lo lleva el líder, pero todo el grupo vuela en la misma dirección, animándose unos a otros.
La naturaleza nos enseña con este sencillo ejemplo cómo una iglesia debe caminar, guiada por líderes valientes, que animen a los demás y que provoquen en los demás ese deseo de animarse unos a otros. Todos yendo en la misma dirección, con el mismo objetivo, con una organización que permita y favorezca hacer más por la misión.
Toda esta figura está conectada con la idea de que el ganso que ocupa el primer lugar en la formación es el que lidera el ánimo de la congregación.
Y en cierto sentido, Pablo nos anima a nosotros en 2ª Corintios 2.14 desvelándonos un ministerio triunfante. «Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento.«
Así que la primera idea que rescatamos es que nuestro ministerio, como líderes o liderados, debe enfocarse siempre en la realidad triunfante de Jesús. ¿Cómo nos enfocamos en la realidad triunfante de Jesús? ¿Cómo podemos enfocar nuestro ministerio, de manera práctica para no llevarlo a cabo compungidos sino mirando al frente, orgullosos de trabajar para Jesús?
Ken puso el ejemplo de un partido de fútbol:
Si ya supieras que tu equipo favorito ganó un partido de fútbol, a pesar de que comenzara perdiendo, y estuvieras viendo el partido nuevamente al día siguiente; ¿Te pondrías nervioso porque fuera perdiendo al comienzo?¿Estarías preocupado por el resultado?¿Sentirías pena o rabia por los fracasos eventuales o los goles en contra? No. Porque sabes el resultado.
Sabemos el resultado del ministerio de Jesús. Sabemos cómo va a acabar y sabemos de su victoria incontestable. Enfoquemos nuestro ministerio en esa realidad.
«Nuestro ministerio debe enfocarse en la realidad triunfante de Jesús»
El olor de Cristo
La segunda parte de 2ª Corintios 2.14 dice que Jesús manifiesta en nosotros, en todo lugar, el olor de su conocimiento. Y es muy interesante la idea que compartió Ken Horton:
Cuando vamos a un asadero/fogata no tenemos que hacer nada ni intentar nada concreto para salir de ahí oliendo al humo de las brasas. No requiere un esfuerzo ni una actividad concreta; simplemente tenemos que estar cerca de las brasas. Con el simple hecho de estar cerca de ellas, saldremos de ese lugar apestando a humo. No lo podrás evitar.
De la misma manera, no hay que hacer nada concreto para oler a Cristo más que permanecer con Cristo. No tienes que intentar comportarte de cierta manera o conseguir establecer ciertos hábitos, o aparentar ciertas maneras de ser. No. Si haces eso olerás a ti mismo, y todos deberíamos tener muy claro que nuestro olor natural no se parece mucho al de Cristo. Así que no podemos oler a Cristo a nuestra manera, la única cosa que podemos hacer es permanecer con Él.
También Ken compartió que no tenemos que preocuparnos nosotros por cómo afecta este olor a las demás personas, habrá personas que nos olerán y les interesará este olor, lo disfrutarán y querrán saber más, pero habrá otras personas que rechacen el olor a Jesús, que les parezca repudiable y esto no está en nuestra mano. Así fue Jesús, muchos le aceptaron y muchos le condenaron. Si olemos a Él, debemos esperar el mismo resultado.
La pregunta que sale a nuestra mente es: ¿Cómo puedo oler a Cristo? ¿Cómo puedo permanecer con Él? ¿Como puedo emanar ese olor? La respuesta la conocemos, pero hagámonos esta pregunta y busquemos más oler como Él huele.
«Podemos tener el aroma a Jesús si permanecemos cerca de Jesús»
Un ministerio apoderado por el Espíritu Santo
La última idea que destacamos es que TODO ES ACERCA DE CRISTO. Esta idea es fundamental para poder abordar estos tres puntos relevante:
- Debemos evitar la tentación de impresionar a los demás: Es Jesús de donde comienza y a donde se dirigen nuestras vidas. No podemos concebir nada más fuera de Él. No tenemos que impresionar a las personas, como hemos dicho, es su aroma y no el nuestro. Antes de tratar de impresionar a los demás, lo que tenemos que hacer es llevar a las personas a que se impresionen con Jesús.
- Regocijarnos en el bienestar de los demás: Esto no es una competición, la bandada de gansos no vuelan para ver quien gana. Debemos alegarnos por los que disfrutan de Jesús, los que vienen nuevos a la iglesia, los que demuestran sabiduría, los que ejercen un ministerio. ¿Por qué? PORQUE GLORIFICA A CRISTO. Nuestro deleite está en que Jesús sea exaltado. Si otros lo hacen, eso debería alegrarnos.
- No somos lo suficiente para lo que Dios nos encomienda: Y en esto consiste que el Espíritu Santo se apodere de nuestro ministerio, porque las fuerzas, la voluntad, el ingenio y el valor para llevar a cabo su obra vienen por su Espíritu Santo. Esto nos despoja del orgullo y de la tentación de pensar que somos nosotros. No. Reconozcámoslo, no valemos para la obra que se nos ha encomendado, es Dios mismo el que nos hace válidos.
Finalmente, Ken compartía con nosotros acerca de una duda que ronda en la cabeza de los cristianos contínuamente y magistralmente la transformó en una pregunta que nos afecta a todos y que todos, como miembros de la Iglesia de Cristo debemos responder:
«La duda no es si Jesús está con nosotros. La duda es si estás disponible para Él» ¿Estás disponible para Jesús?
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