Quienes me conocen saben que la alimentación es algo importante en mi vida y en la de mi familia, especialmente ahora que tengo hijos y no tienen conciencia sobre lo que es saludable y lo que no es saludable si no se les enseña. Pongo mucha atención a los ingredientes que llevan todos los productos del supermercado y priorizo las frutas y las verduras. ¿Por qué? Porque es importante para nuestra salud conocer qué alimentos nos convienen y cuáles nos hacen daño.
Pero así como los alimentos físicos son importantes para el cuerpo también debemos poner importancia, incluso aún más, al alimento espiritual.
Ya Jesús nos dijo que nos preocupáramos más por el alimento espiritual que por el alimento del cuerpo. Pero si aún así a nuestro cuerpo procuramos darle lo bueno ¿Cuánto más a nuestro espíritu?

Aquello a lo que le dedicas tiempo es de lo que estás alimentando tu espíritu. Es decir, si la mayor parte de tu tiempo lo dedicas a estar en internet, todo ese contenido que estás visualizando es tu alimento. Ocurre lo mismo con los videojuegos, redes sociales, televisión, etc ¿Quiere decir esto que realizar estas actividades está mal? No. Aunque aquí podría abrir un gran paréntesis porque depende mucho del contenido que visualicemos. Ahora con internet el contenido contaminante es mucho más accesible. Por lo que dedicar demasiadas horas podría resultar demasiado tentador para algunos.
También dedicarle más tiempo a la lectura acerca de las nuevas corrientes sociales, la «nueva moral» a la que está evolucionando nuestro mundo. Esto, que parece inofensivo de primeras, puede ser perjudicial para nuestro espíritu. Lo alimentamos de leyes humanas, porque el bombardeo es constante, y no atendemos a Dios y tendemos a tergiversar o querer cambiar lo que Dios ya dejó escrito en su palabra para que encaje en nuestra «nueva manera de pensar» Pero no me quiero detener tanto en esto sino más bien en el tiempo que dedicamos a crecer en la palabra ya que es fundamental para no ser arrastrados o confundidos por el enemigo. El tiempo que dedicamos a alimentar con “alimentos saludables» a nuestro espíritu. Es decir, el tiempo que dedicamos a estar con Dios. Leyendo y meditando en su palabra, orando…
Un dulce no daña mi cuerpo si lo como esporádicamente. Pero si cada día me como uno o más de uno, al tiempo acabará provocándome una enfermedad. Lo mismo ocurre con el alimento espiritual. Si espiritualmente nos alimentamos de contenido no provechoso con el tiempo no habremos madurado espiritualmente, en el mejor de los casos.
Disciplina
Así como masticamos la comida, también debemos «masticar» la palabra de Dios. No vale con abrir la Biblia, elegir un libro y capítulo leerlo y ya está. No. ¿Qué aporta eso al espíritu? ¿Comes tú sin masticar y saborear la comida? ¿No dedicas tiempo a masticar y a saborear todo aquello que comes? Ocurre lo mismo con la palabra de Dios cuando nos paramos a pensar en ella, a meditarla y a pensar cómo podemos aplicarla a nuestra vida.
Una práctica que beneficia a nuestro espíritu a madurar y a crecer es el ayuno. ¿Qué es ayunar? Ayunar significa renunciar a algo con lo que disfrutas o necesitas durante un periodo de tiempo. Puede ser alimento físico. O renunciar a eso que nos roba el tiempo que deberíamos dedicar a Dios. Televisión, teléfono, internet etc.
En las Escrituras podemos ver como naciones enteras ayunaban para buscar la dirección de Dios. En el Nuevo Testamento leemos que Jesús también ayunó y enseñó a sus discípulos y dio directrices acerca de esto.
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