El pastor Dani Perera nos comentaba que Martin Luther King planteaba dos puntos de vista distintos sobre la parábola del buen samaritano en su último discurso titulado «he estado en la cima de la montaña«. En definitiva podríamos englobar este planteamiento con estas ideas; podríamos pensar desde nuestro punto de vista y preguntarnos: ¿Qué pasa si yo ayudo a esta persona? ¿Cómo me afectaría a mi? o también podríamos pensar ¿Qué pasaría si yo no hago nada? ¿Qué le pasaría a él?
Estas dos últimas preguntas revelan la compasión de Nehemías; su reacción natural fue orar y ayunar. El quebrantamiento que experimentó no provenía de la aflicción o de ver el muro derribado o el templo destruido, por lo menos no totalmente; el quebrantamiento provenía de que Nehemías no veía el avance en el Reino de Dios.
Esto nos lleva a plantearnos a nosotros lo siguiente: Si el Reino no avanza en nuestra vida, deberíamos quebrantarnos y ese quebrantamiento debería llevarnos a la acción.
Ideas para reflexionar
- Nehemías pasa cuatro meses en oración (investiga sobre el momento en el que se entera de la noticia y el momento en el que habla con el rey para comprobar que pasa aproximadamente este tiempo). Comunicándose con Dios. Esto demuestra que Nehemías no hizo lo primero que se le pasó por la cabeza, sino que planeó, oró y decidió. Después de ese tiempo ya no pudo ocultar más su tristeza.
- Lo que necesitaba Nehemías no lo tenía; necesitaba «un ejército», dinero, protección, materiales, personas, permiso, etc. Todas estas cosas de las que no disponía estaban al alcance del rey al que servía, así que Nehemías tenía a su disposición a la persona con los recursos. Pero también tenía miedo. Su predisposición a preguntarle al rey era una clara evidencia de que el temor no era lo que conducía su vida.
- Nehemías estaba triste, pero lo tenía todo planeado. Sus oraciones no eran místicas ni abstractas, su comunicación con Dios iba directa al grano. Mientras oraba planeaba.
- El capítulo 2, versículo 8 revela el aspecto más importante del libro de Nehemías. El rey le concedió a Nehemías lo que solicitó según la benéfica mano de Dios sobre él. La benéfica mano de Dios sobre Nehemías es, simple y llanamente, el poder de Dios. Y Dios opera su poder según su propia voluntad, pero sí que podemos ver en la Biblia que Dios extiende su mano sobre las personas que acuden a Él en oración con la mente puesta en que Dios va a cumplir sus promesas, en definitiva: Con fe. Servimos a un Dios poderoso así que si oras para que Dios se mueva, entonces planea, porque Dios se mueve.
- Antes de que Nehemías diera un paso ya había oposición, durante todo el proceso de restauración hubo oposición. Nehemías tuvo oposición allí por donde iba, en todo lo que emprendía, y esto sucedió porque hay una verdad irrefutable que nos acompaña hasta hoy: No hay avance del reino sin oposición. Si sigues la voluntad de Dios hay oposición. ¿No quieres oposición? No sigas la voluntad de Dios.
- Nehemías, en muchos sentidos, es un reflejo de Jesús, incluso en un sentido estrictamente físico, Nehemías preparó el escenario físico para la llegada del Mesías. Hoy, en nuestros tiempos, el templo es nuestro cuerpo, el templo somos nosotros, así que vale la pena preguntarse ¿Cómo están tus muros? ¿Cómo están tus puertas? ¿Cómo están tus edificios? ¿Están preparados para la llegada de Jesús?
Por último te queremos retar a que te hagas estas preguntas: ¿Qué le pides a Dios? ¿Estas preparado para su respuesta? ¿Si Dios respondiera a tu oración cuántas personas serían salvas?
Dios se mueve, espera grandes cosas de Dios, así que muévete e intenta grandes cosas por Dios.
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