por | Nov 10, 2020 | Familia | 3 Comentarios

AUXILIO! TENGO UN ESPÍA EN CASA

¿Algunas veces cuando estás sentada en la sala, tienes la impresión de estar siendo vigilada? ¿Otras veces sientes la necesidad de comer en secreto?, algo te asecha, tienes un espía en casa… tu esposo se ha enterado del tiempo que pasas sentada frente a las pantallas, has hallado envoltorios vacíos de chuches… oyes pasos detrás de ti, alguien te persigue, mide menos de metro y medio, y te mira con carita retadora.

Quien tiene hijos pequeños, tiene espías en casa

Si, en efecto! Quien tiene hijos pequeños, tiene espías en casa. Están allí a todas horas, nos conocen bien, y a nuestras rutinas. Según la etapa del desarrollo en la que se encuentren, para ellos un si es un “si” y un no es un “no”. No habrán medias tintas, los niños son seres literales. Decirles: “las chuches, las frituras, y comida chatarra son veneno”, y luego mirar que nosotros comemos pizza, bebemos colas y otros, en exceso; les hará sentir el impulso de señalar nuestro error (en cualquier lugar y delante de cualquier persona). Justificarnos creará en ellos confusión que degenerará en la imitación de nuestra hipocresía.

¿Problema pequeño por un ejemplo pequeño? ¿Y qué tal si no se tratara solo de comidas dañinas (que en realidad no es un problema pequeño, pues marcará de por vida la forma en que se alimenta)? ¿Qué tal si se trata de la existencia de violencia en casa, o si existen ganancias deshonestas, mentiras, chisme, odio, discriminación, lo que consumimos a través de las pantallas, nuestros hábitos en general?

Un espejo que no miente

Nuestros hijos son el espejo terrenal de lo que realmente somos en nuestra intimidad. Definitivamente esa es una afirmación, a mi parecer, suficientemente válida para hacerme luchar por una vida transparente y genuina. En mi último año ejerciendo la docencia con niños del 1er grado, pude experimentar con mayor frecuencia que, casi de forma natural los niños expresaban frases como: “a mi mamá no le gusta cocinar”, “grita mucho y todo el día en casa”, “mis papás siempre se gritan”, e incluso nunca faltó el “no le diga nada a mis papás que me pegan”.

Recientemente, mi hija de 6 al estar sentados juntos nos dijo: “¿sabían que cuando discutimos perdemos tiempo para amarnos?”. Nuestras alarmas como padres y cristianos saltaron de forma inmediata y fue como ser golpeados por una enorme ola de dos metros de hielo afilado, si, dolió en nuestro espíritu; sin darnos cuenta fuimos arrastrados por los afanes de este mundo y los problemas (que eran muchos y ninguno de ellos pequeño). Dichos afanes nos llevaron a discutir nuestros asuntos de adultos, en repetidas ocasiones, delante de ella y sin darnos cuenta; me pregunté con tristeza qué pensaría esa cabecita al estar frente a aquellas imágenes, cómo esto podría marcar la forma de ver el evangelio que con tanta solicitud hemos luchado por enseñarle a través de palabra y obras.

Nuestros hijos, nuestros discípulos.

Efesios 6:4 dice, «Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor«. De este pasaje tomaré la segunda parte, la palabra disciplina (educación, enseñanza) viene del latín “disciplina”, derivado de discipulus (discípulo); por lo tanto los padres tenemos la responsabilidad de hacer de nuestros hijos, nuestros discípulos. Y qué mejor manera de enseñar sino a través del ejemplo, manteniendo una vida integra como cristianos genuinos, temerosos de Dios, hacedores de su voluntad, hombres y mujeres de una sola palabra.

En tanto que los padres practiquen una vida de acuerdo a la voluntad y obediencia a Dios podrán esperar de sus hijos que sigan su ejemplo. Un padre debe andar en el espíritu y satisfacer los deseos del Espíritu Gálatas 5:22-23 (amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza). La disciplina con el tiempo promete producir un fruto apacible de justicia a los que la acatan (Hebreos 12:11); no así a quienes la rechazan, pues al no valorarla menosprecian su alma (Proverbios 15:32). Nuestros hijos son la herencia del Señor (Salmo 127:3), es por ello que debemos criar hijos sabios que conozcan y honren a Dios.

Finalmente, no podemos olvidar la primera parte del pasaje de Efesios 6:4 «Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos…” son tantas y tan diferentes las maneras en que un padre puede llegar a provocar a un hijo que nos costaría creerlo, pero es así; desde no dar instrucciones claras, aprovechar nuestra posición de padres en nuestro beneficio, elegir una media verdad para no aceptar un error nuestro, hasta mayores y peores formas como maltrato físico o emocional (esto en los peores casos y con peores consecuencias, que también pueden ser subsanadas por Dios). Es importante mantener coherencia entre lo que decimos y la vida que vivimos, nunca olvidar que nuestros hijos nos miran, sus ojitos nos persiguen, a escondidas nos vigilan, para luego y sin darse cuenta imitarnos.

Pidamos al Señor Sabiduría, paciencia y mucho amor para guiar  a nuestros hijos a medida que fortalecemos nuestro carácter en Cristo.

Dios les Bendiga!

Una canción para volver oración.

“Señor yo quiero ser como Tú, porque él quiere ser como yo;

Yo quiero ser un buen ejemplo, que sus ojitos puedan ver.

Señor ayúdame a enseñarle, que él puede entender,

Que yo quiero ser como Tú, porque él quiere ser como yo”

Danny Berrios.

3 Comentarios

  1. Esther

    Una gran verdad en todo lo expresado. Me gusto y hace reflexionar

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  2. Cris

    Totalmente de acuerdo, nuestra mayor enseñanza es nuestro ejemplo, nuestros primeros discípulos, nuestros hijos y nuestro primer ministerio, el hogar.

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  3. Bengi

    Me encantó, me recordó la frase de un pastor, Voddie Baucham, que dijo «Si los padres han criado a sus hijos para ser médicos, abogados, deportistas, músicos, pero no les han educado para obedecer a Dios, han fracasado».

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Jesika

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Redactor

Jesika Morillo, Sirve en el Ministerio de Alabanza de ILaCuesta, Casada con Emilio, Madre de una hermosa niña, Licenciada en Educación Integral (UNERG), MSc en Pedagogía (IPLAC). "Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos." Salmos 32:8
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